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Mr Jenkins has supplied this deficiency by the production of an American edition which in every respect is the ))est, cheapest and most convenient one, it has been printed from new type, on fine paper and tastefuily bound. It is issued in five volumes in various bindings. as foliows : Paper, $4.50 the set; clotli, $6. :50 Half Calf, $13.50; ji Levant Moroceo, $17.50 For the convenience of schools and students the volumes of ^* lies Miserables'^ may be had separately in paper at fi.oo and in cloth at $1.50 per volume. QU ATREVÍ NGT-TI^EÍZE En^ouraged by the reception ^ccí)rcled the publication of ** Les Miserables " the publisher has determined upon issuing the other novéis, and has published Quatrk- viNGT-TRKiZK, ( now rcady ) in similar style to '^ Ijís Miserables, '^ biit in one volume, as foIlows : — Paper, $1.00; Cloth, $1.50; Half Calf, $3.00. GRAZISLIjA byA. de Lamartine. This exquisilcly told slory v,liich is rc-coj^nizcd as a moit,(^ 1^ "R^^'na, H cual, aunque muerta,, estaiau-ñiiina. Una son- risa de inefable deleite se diría que aún vagaba sobre sus labios. Por ellos, sin duda, había volado el alma envuelta en un suspiro de amor, y orguUosa de haber sabido inspirar cariño bas- bante para producir aquel abrazo. ¡Qué mujer verdaderamente enamorada no envidiará la suerte de esta Eeina I El Eey probó el mucho cariño que le tenía, no sólo en vida de ella, sino después de su muerte. Hizo voto de vmdez y de^castidad- — ^ — — " perpetuas, y supo cumplirle. Mandó componer á los poetas una corona fúnebre, que aun dicen que se tiene en aquel reino como la más pre- ciosa joya de la literatura nacional. La corte estuvo tres años de luto. Del mausoleo que se levantó á la Reina^aólo fué posteriormente el de Caria un mezquino remedo. 8 EL PÁJARO YERDE. Pero como, según dice el refrán, no hay mal que dure cien años, el Bey, al cabo de un par de ellos, sacudió la melancolía, y se creyó tan venturoso ó más venturoso que antes. La Eeina se le aparecía en sueños, y le decía que estaba gozando de Dios, y la Princesita crecía y se desarrollaba que era un contento. Al cumplir la Princesita los quince años, era, por su hermosura, entendimiento y buen trato, la admiración de cuantos la miraban y el asom- bro de cuantos la oían. El Eey la hizo jurar heredera del trono, y trató luego de casarla. Más de quinientos correos de gabinete, caba- lleros en sendas cebras de posta, salieron á la vez de la capital del reino con despachos para otras tantas cortes, invitando á todos loa prín « cipes J qUft YÍnjfigftn á. prftf.ei]flftr la. mann (^ft ]fi Princesa, la cual había de escoger entre el los al que mas le gustase. Lá fama de su portentosa hermosura había recorrido ya el mundo todo; de suerte que, apenas fueron llegando los correos á lus dife- EL PÍJARO VERDE. 9 rentes cortes, no había príncipe, por ruin y para poco que fuese, que no se decidiera á ir á la ca- pital del Rey Venturoso, á competir en justos, torneos y ejercicios de ingenio por la mano de la Princesa. Cada cual pedía al Eey su padre armas, caballos, su bendición y algún dinero, con lo cual al frente de una brillante comitiva, se ponía en camino. Era de ver como iban llegando á la corte de la Princesita todos eatos altos señores. Eran de ver los saraos que había entonces en los palacios reales. Eran de admirar, por último, los enigmas que los príncipes se proponían para mostrar la respectiva agudeza ; los versos que escribían ; las serenatas que daban ; los com- bates del arco, del pugilato y de la lucha, y las <5arreras de carros y de caballos, en que pro- <5uraba cada cual salir vencedor de los otros y ganarse el amor de la pretendida novia. Pero ésta, que á pesar de su modestia y dis- creción, estaba dotada, sin poderlo remediar, de una índole arisca, deseo ntentadiza y desamo- 10 EL PÁJARO VERDE. rada, abrumaba á los príncipes con su desdén, y de ninguno de ellos se le importaba un ardite. Sus discreciones le parecían frialdades, sim- plezas sus enigmas, arrogancia sus rendimientos^ y vanidad ó codicia de sus riquezas el amor que le mostraban. Apenas se dignaba mirar sus ejercicios caballerescos, ni oir sus serenatas, ni sonreír agradecida á sus versos de amor. Los magníficos regalos, que cada cual le había traído de su tierra, estaban arrinconados en un zaqui- zamí del regio alcázar. La indiferencia de la Princesa era glacial para todos los pretendientes. Sólo uno, el hijo del Kan de Tartaria, había logrado salvarsed^^ su indifeWüól ampara incurrir en su odio. Este Trmcipe adül^iclárSeTuna fealdad sublime. Sus ojos eran oblicuos, las mejillas y la barba sa- lientes, crespo y enmarañado el pelo, rechoncho y pequeño el cuerpo, aunque de titánica pu- janza, y el genio intranquilo, mofador y orgu- lloso. Ni las personas más inofensivas estaban libres de sus burlas, siendo principal blanco de EL PÁJARO VERDE. 11 ellas el Ministro de Negocios extranjeros del Rey Venturoso^ cuya gravedad, entono y cortas luces, así como lo detestablemente que hablaba el sánscrito, lengua diplomática de entonces, se prestaban algo al escarnio y á los chistes. Así andaban las cosas, y las fiestas de la corte eran más brillantes cada dia. Los Prín- cipes, sin embargo, se desesperaban de no- ser queridos ; el Bey Venturoso rabiaba al ver que su hija no acababa de decidirse ; ésta conti- nuaba erre que erre en no hacer caso de nin- guno, salvo del Príncipe tártaro, de quien sus^ pullas y declarado aborrecimiento vengaban con usura al famoso ministro de su padre. II. CONTECIÁ, pues, que la Princesa, en una hermosa mañana de prima- vera, estaba en su tocador. La doncella favorita peinaba sus d ojea- dos, largos y suavísimos cabellos. Las puertas de un balcón, que daba al jardin, estaban abier- tas para dejar entrar el vientecillo fresco y con él el aroma de las flores. Parecía la Princesa melancólica y pensativa y no dirigía ni una palabra á su sierva. Esta tenía ya entre sus manos el cordón con que se disponía á enlazar la áurea crencha de su ama, cuando á deshora entró por el balcón un preciosismo pájaro, cuyas plumas parecían 12 EL píjaro verde. 13 de esmeralda, y cuya gracia en el vuelo dejó absortas á la señora y á su sirvienta. El pájaro,. . lanzándose rápidamente sobre esta última, le arrebató de las manos ebcordón, y salió volando de aquella estancia. Todo fué tan instantáneo que la Princesa apenas tuvo tiempo de ver al pájaro, pero su atrevimiento y su hermosura le causaron la más extraña impresión. Pocos días después, la Princesa, para dis- traer sus melancolías, tejía una danza con sus doncellas, en presencia de los Principes. Esta- ban todos en los jardines y la miraban embele- sados. De pronto sintió la Princesa que se le había desabrochado la hebilla que sujetaba uno de sus preciosos zapatitos y suspendiendo el baile, se dirigió con disimulo á un bcsquecillo cercano para abrochársela de nuevo. Descu- bierto tenía ya S. A. el pequeño pie y se pre- paraba á sujetar el zapato con la rica hebilla que tenía en la mano, cuando oyó un ruido de alas, y vio venir hacia ella el pájaro verde, que 14 EL PÁJARO VERDE. la arrebató la liabilla en el ebúrneo pico y des- apareció al punto. La Princesa dio un grito y cayó desmayada. Acudieron los pretendientes y su padre. Ella volvió en sí, y lo primero que dijo fué: — «Que me busquen al pájaro verde.... que me le trai- gan vivo.... que no le maten.... yo quiero poseer vivo al pájaro verde !» Mas en balde le buscaron los Príncipes. En balde, á pesar de lo mandado por la Princesa de que no se pensase en matar al pájaro verde, se soltaron contra él neblíes, sacres, gerifaltes y hasta águilas caudales, domesticadas y adies- tradas en la cetrería. El pájaro verde no pare- ció ni vivo ni muerto. El deseo no cumplido de poseerle atormen- taba á la Princesa y acrecentaba su mal humor. Aquella noche no pudo dormir. Lo mejor que pensaba de los Príncipes era que no valían para nada. Apenas vino el dia, se alzó del lecho, y en ligeras ropas de levantar, más hermosa é intere- EL píjaro verde. 15 sante en aquel deshábüU, pálida y ojerosa, se dirigió con su doncella favorita á lo más fron- doso del bosque que estaba á la espalda de palacio, y donde se alzaba el sepulcro de su madre. Allí se puso á llorar y á lamentar su suerte. — ¿De que me sirven, decía, todas mis riquezas, si las desprecio ; todos los Principes del mundo, si no los amo ; de qué mi reino, si no te tengo á tí, madre mia ; de qué todos mis primores y joyas, si no poseo el hermoso pájaro verde ? Con esto, y como para consolarse algo, des- enlazó el cordón de su vestido y sacó del pecho un rico guardapelo, donde guardaba un rizo de su madre, que se puso á besar. Mas apenas empezó á besarle, cuando acudió más rápido >jue nunca el pájaro verde, tocó con su ebúrneo pico los labios de la Princesa, y arrebató el guardapelo, que durante tantos años había re- posado contra su corazón. El robador desapa- reció en seguida, remontando el vuelo y per- diéndose en las nubes. 16 EL PÁJARO VERDE. » Esta vez no se desmayó la Princesa; antes bien se paró muy colorada y dijo á la doncella : — Mírame, mírame los labios, ese pájaro inso- lente me los lia herido, porque me arden. La doncella los miró y no notó picadura nin- guna; pero indudablemente el pájaro había puesto en ellos algo de ponzoña,porque el trai- dor no volvió a aparecer en adelante, y la Prin- cesa fué desmejorándose por grados, hasta caer enferma de mucho peligro. Una fiebre singular la consumía, y casi no hablaba sino para decir : — Que no le maten.... que me le traigan vivo.... yo quiero poseerle. Los médicos estaban de acuerdo en que la única medicina para curar á la Princesa, era traerle vivo el pájaro verde. Mas ¿dónde ha- llarle ? Inútil fué que le buscasen los más há-* biles cazadores. Inútil que se ofreciesen su- mas enormes á quien le trajera. El Rey Venturoso reunió un gran congreso de sabios á fin de que averiguasen, so pena de in- currir en su justa indignación, quién era y don- EL píjaro verde. 17 de vivía el pájaro verde, cuyo recuerdo ator- mentaba á su hija. Cuarenta días y cuarenta noches estuvieroii^ lo sabios reunidos, sin cesar de meditar y diser- tar sino para dormir un poco y alimentarse.. Pronunciaron muy doctos y elocuentes discur-v sos, pero nada averiguaron. — Señor, dijeron ai' cabo todos ellos al Eey, postrándose humilde- mente á sus pies e hiriendo el polvo con las res- petables frentes, somos unos mentecatos ; haz que nos ahorquen ; nuestra ciencia es una men- tira: ignoramos quién sea el pájaro verde, y sólo nos atrevemos á sospechar si será acaso el ave fénix del Arabia. — Levantaos, contestó el Key con notable magnanimidad, yo os perdono y os agradezco la indicación sobre el ave fénix. Sin tardanza saldrán siete de vosotros con ricos presentes para la reina de Sabá, y con todos los recursos de que yo puedo disponer para cazar pájaros vivos. El fénix debe de tener su nido en el país sabeo, y de allí habéis de traérmele, si no 18 EL PAJARO VERDE. queréis que mi cólera regia os castigue aunque tratéis de evitarla escondiéndoos en las entra- ñas de la tierra. En efecto, salieron para el Arabia siete sa- bios de los más versados en lingüística, y entre ellos el Ministro de Negocios extranjeros, sobre \o cual tuvo mucho que reir el Principe tártaro. Este Principe envió también cartas á su pa- dre, que era el más famoso encantador de aque- lla edad, consultándole sobre el caso del pájaro verde. La Princesa, en el ínterin, seguía muy mal de salud y lloraba tan abundantes lágrimas, que diariamente empapaba en ellas más de cin- cuenta pañuelos. Las lavanderas de palacio estaban con esto muy afanadas, y como enton- ces ni la persona más poderosa tenía tanta ropa blanca como ahora se usa, no hacían más que ir á lavar al rio. ni NA de estas lavanderas, que era, valiéndonos de cierta expresión á la moda, nnsi.poUita muy simpática, vol- vía un día, al anochecer, de lavar en el rio los lacrimosos pañuelos de la Princesa. En medio del camino, y muy distante aun de las puertas de la ciudad, se sintió algo cansada y se sentó al pie de un árbol. Sacó del bolsillo una naranja ; y ya iba á mondarla para comér- sela, cuando se le escapó de las manos y empe- zó á rodar por aquella cuesta abajo con singu- lar ligereza. La muchachuela corrió en pos do su naranja ; pero mientras más corria, más la naranja se adelantaba, sin que jamás se parase 19 20 EL PÁJARO VERDE. y sin que ella llegase á alcanzarla en la carre- ra, si bien no la perdía de vista. Gansada de correr, y sospechando, aunque poco experimen- tada en las cosas del mundo, que aquella na- ranja tan corredora no era del todo natural, la pobre se detenía á veces y pensaba en desistir de su empeño ; pero la naraü ja al punto se de- tenía también, como si ya hubiese cesado en su movimiento y convidase á su dueño á que de nuevo la cogiese. Llegaba ella á tocarla con la mano, y la naranja se le deslizaba otra vez y continuaba su camino. Embelesada estaba la lavanderilla en tan inaudita persecución, cuando notó al fin que se hallaba en un bosque intrincado, y que la noche se le venía encima, oscura como boca de lobo. Entonces tuvo miedo, y rompió en desconsola- dísimo llanto. La oscuridad creció rápidamen- te, y ya no le permitió ni ver la naranja, ni orien- tarse, ni dar con el camino para volverse atrás. Iba pues, vagando á la ventura, afligidísima y muerta de hambre y cansancio, cuando eo- EL PÁJARO YERDE. 21 Innibró no muy lejos unas brillantes lucecitas. Imaginó ser las de la ciudad; dio gracias á Dios, y enderezó sus pasos Lacia aquellas Juces. Pero ¡cuan grande no sería su sorpresa al en- contrarse, á poco treclio y sin salir del intrin- cado bosque, á las puertas de un suntuosísimo ]íalacio, que parecía un ascua de oro por lo que brillaba, y en cuya comparación pasarla por Tiua pobre choza el espléndido alcázar del Rey Venturoso» No Labia guardia, ni portero, ni criados que ipapidiesen la entrada, y la cLica, que no era corta, y que además sentía el. estímulo de la cu- riosidad y el deseo de albergarse y de comer algo, traspasó los umbrales, subió por una an- cha y lujosa escalera de bruñido jaspe, y empe- zó á discurrir por los más ricos y elegantes salones que imaginarse pueden, aunque siem- pre sin ver á nadie. Los salones estaban, sin embargo, profusamente iluminados por mil lámparas de oro, cuyo perfumado aceite difun- día suavísima fragancia. Los primorosos obje- 22 EL PÁJARO VERDE. tos que en los salones había, eran para espan- tar por su riqueza y exquisito gusto, no ya á la lavanderilla, que poco de esto liabía disfru- tado, sino á la mismísima reina Victoria, que liubiera confesado la relativa inferioridad de la industria inglesa, y hubiera dado patentes y medallas á los inventores y fabricantes de todos aquellos artículos. La lavandera los admiró á su sabor, y admi- rándolos se fué poco á poco hacia un sitio de donde salía un rico olorcillo de viandas muy su- culento y delicioso. De esta suerte llegó á la cocina ; pero ni jefe, ni sota-cocineros, ni pin- ches, ni fregatrices había en ella ; todo estaba desierto, como el resto del palacio. Ardían, no obstante, el fogón, el horno y las hornillas, y en ellos estaban al fuego infinito numero de pero- les, cacerolas y otras vasijas. Levantó nues- tra aventurera la cubierta de una cacerola y vio en ella unas anguilas ; levantó otra y vio una cabeza de jabalí desosada y rellena de pechu- gas de faisanes y de trufas ; en resolución, vio EL PÁJARO VERDE. 23 los manjares más exquisitos que se presentan en las mesas de los reyes, emperadores y papas : y hasta vio algunos platos, al lado de los cuales los imperiales, papales y regios, serían tan gro- seros, como al lado de estos un potaje de judías ó un gazpacho. Animada la chica con lo que veía y olía, se armó de un cuchillo y de un trinchante, y se lanzó con resolución sobre la cabeza de jabalí. Mas apenas hubo llegado á ella, recibió en sus manos un golpe, dado al parecer por otra po- derosa é invisible, y oyó una voz que le decía, tan de cerca que sintió la agitación del aire y el aliento caliente y vivo de las palabras : — ¡Tate... que es para mi señor el Príncipe ! Se dirigió entonces á unas truchas salmona- das, creyéndolas manjar menos principesto y que le dejarían comer, pero la mano invisible vino de nuevo á castigar su atrevimiento, y la voz misteriosa á repetirle : — ¡Tate... que es para mi señor el Príncipe ! Tentó, por ultimo, mejor fortuna en tercero, 24 EL PÁJARO VERDE. cuarto y quinto plato, pero, siempre le aconteció lo propio ; así tuvo con harta pena que resig- narse á ayunar, y se salió despechada de la co- cina. Volvió luego á recorrer los salones, donde rei- naba siempre la misma misteriosa soledad y donde el más profundo silencio parecía tener su morada, y llegó á una alcoba lindísima, en la cual sólo dos ó tres luces, encerradas y amortecidas en vasos de alabastro, derramaban una claridad indecisa y voluptuosa, que estaba convidando al reposo y al sueño. Había en esta alcoba una cama tan cómoda y mullida, que nuestra lavan- dera, que estaba cansadísima, no pudo resistir á la tentación de tenderse en ella y descansar. Iba á poner en ejecución su propósito, y ya se había sentado y se disponía á tenderse, cuando se sintió detenida por la misma mano,y oyó de nuevo una voz que decía : — ¡Tate... que es para mi señor el Príncipe ! No hay que decir que la lavanderilla se asus- tó y afligió con esto, resignándose á no dormir. EL PÁJARO VERDE. 25 como á no comer se había ya resiguado ; y para distraer el hambre y el sueño se puso á regis- trar cuantos objetos había en la alcoba, lle- vando su curiosidad hasta levantar las colgadu- ras y los tapices. Detras de uno de estos descubrió nuestra he- roína una primorosa puertecilla secreta de sán- dalo, con embutidos de nácar. La empujó sua- vemente, y cediendo la puerta, se encontró en una escalera de caracol, de mármol blanco. Por ella bajó sin detenerse á uno como invernár- culo, donde crecían las plantas y las flores más aromáticas y extrañas, y en cuyo centro había una taza inmensa, hecha, al parecer, de un solo, limpio y diáfano topacio. Se levantaba del me- dio de la taza un surtidor tan gigantesco como el que hay ahora en la Puerta del Sol, pero con la diferencia de que el agua del de la Puerta del Sol es natural y ordinaria, y la de éste era agua de olor, y' tenía, además en sí misma todos las colores del iris y luz propia, lo cual, como ya calculará el lector, le daba un aspecto su- 26 EL PÁJARO YERDl::. . mámente agradable. — Hasta el murmullo que hacía esta agua al caer tenía algo de más mu- sical y acordado que el que producen otras, y se diría que aquel surtido cantaba alguna de las más enamoradas canciones de Mozart ó de Bellini. Absorta estaba la lavandera mirando aque- llas bellezas y gozando de aquella armonía, cuando oyó un grande estrépito y vio abrirse una ventana de cristales. La lavandera se escondió precipitadamente detrás de una masa de verdura, á fin de no ser vista y poder ver á las personas ó seres, que sin duda se acercaban. Estos eran tres pájaros rarísimos y lindísi- mos, uno de ellos todo verde, y brillante como una esmeralda. En él creyó ver la lavandera, con notable contento, al que era causa, según todo el mundo aseguraba, de la pertinaz dolen- cia de la Princesa Venturosa, Los otros dos pá- jaros no eran, ni con mucho, tan bellos ; pero tampoco carecían de mérito singuW. Los tres EL PÁJARO VERDE. 27 venían con muy ligero vuelo, y los tres se aba- tieron sobre la taza de topacio y se zambulleron en ella. A poco rato vio la lavandera que del seno diáfano del agua salían tres mancebos tan lin- dos, bien formados y ricamente vestidos, que parecían estatuas peregrinas hechas por mano maestra. La chica, que en honor de la verdad se debe decir que de ver á su padre, á sus her- manos y á otros amigos, vestidos y mal vesti- dos, no podía deducir hasta dónde era capaz de elevarse la hermosura humana masculina, se figuró que miraba á tres genios inmortales ó á tres ángeles del cielo. Así es, que los siguió mirando con bastante complacencia, hasta que saliendo completamente del agua y sacudién- dose ligeramente como un cisne sacude sus plumas, se quedaron tan secos y resplandecien- tes como tres soles. Uno de ellos, el más hermoso de los tres,^ llevaba sobre la cabeza uña diadema de esme- raldas y era acatado de los otros, como señor 28 EL PÁJARO VERDE. soberauo. La layanderilla se imaginó que tenia aute la vista un ángel ó un genio y quedó des- lumbrada con su majestad, pareciéndole el emperador del mundo y el principe más ado- rable de la tierra. Aquellos señores se dirigieron en seguida al comedor y se sentaron en una espléndida mesa, donde había tres cubiertos preparados. Una música sumisa é invisible les hizo salva al lie- gar y les regaló los oidos mientras comían. Criados, invisibles también, iban trayendo los platos y sirviendo admirablemente la mesa. Todo esto lo veía y notaba la lavanderilla, que sin ser vista ni oida, había seguido á aquellos señores, y estaba escondida en el comedor de- trás de un cortinaje. Desde allí pudo oir algo de la conversación, y comprender que el más hermoso de los man- cebos era el Príncipe heredero del grande im- perio de la China, y los otros dos, el uno su secretario y el otro su escudero más querido ; los cuales estaban encantados y transformados EL PÁJAKO VERDE. 29 en pájaros durante todo el dia, y sólo por la noche recobraban su ser natural, previo el baño de la fuente. Notó, asimismo, la curiosa lavandera que el Principe de las esmeraldas apenas comía, aun- que sus familiares le rogaban que comiese, y que se mostraba melancólico y arrobado, exha- lando á veces de lo más hondo del hermosísimo pecho un ardiente suspiro. IV. [EFIEEEN las crónicas que vamos extractando que, terminado ya aquel opíparo y poco alegre festín, el Príncipe de las esmeraldas, vol- viendo en sí como de un sueño, alzó la voz y dijo : — Secretario, tráeme la cajita de mis entrete- nimientos. El secretario se levantó de la mesa y volvió de allí á poco con la cajita más preciosa que han visto ojos mortales. Aquella en que en- cerró Alejandro la Iliada era, en comparación de ésta, más chapucera y pobre que una caja de turrón de Jijona. so £L rÁJAKO VERDE. 31 El Príncipe tomó la cajita en sus manos, la abrió y estuvo largo rato contemplando con ojos amorosos lo que había en el fondo de ella. Metió luego la mano en la cajita y sacó un cordón. Lo besó apasionadamente, derramó sobre el lágrimas de ternura y prorumpió en estas palabras : ¡ Ay cordoncito de mi señora ! ¡Quién la viera ahora I Colocó de nuevo el cordón en la cajita, y sacó de ella una hebilla muy linda y rica. La besó, la acarició también y exclamó al besarla : ¡Ay linda hebilla de mi señora I ¡Quién la viera ahora I Sacó, por último, un precioso guardapelo, y si mucho había besado cordón y hebilla, más le besó y más le acarició aún, diciendo con acento tristísimo, que partía los corazones y hasta las peñas : ¡Ay guardapelo de mi s^ora I ¡Quién la viera ahora ! 32 EL PÁJARO VERDE. A poco el Príncipe y los dos familiares se retiraron á sus alcobas, y la lavanderilla no se atrevió á seguirlos. Viéndose sola en el come- dor, se acercó á la mesa, donde, aún estaban casi intactos los ricos manjares, los confites, las frutas y los generosos y chispeantes vinos, pero el recuerdo de la voz misteriosa y de la mano invisible la detenían, y la obligaban á •contentarse con mirar y oler. Para gozar de este incompleto deleité, se acercó tanto á los manjares, que vino á ponerse entre la mesa y la silla del Príncipe. Entonces sintió, no ya una, sino dos manos invisibles que le caían sobre los hombros oprimiéndola. La voz misteriosa le dijo : — Siéntate y come. En efecto, se halló sentada en la midma silla del Príncipe ; y, ya autorizada por la voz, se puso á comer con un apetito extraordinario, que la novedad y lo exquisito de la comida hacían mayor aun, y comiendo se quedó pro- fundamente dormida. EL l^ÁJARO VERDE. 33 Cuando despertó, era muy de dia. Abrió los ojos, y se encontró en medio del campo, ten- dida al pié del árbol donde había querido, comerse la naranja. Allí estaba la ropa que. había traido del rio, y hasta la naranja corre- dora estaba allí también. — ¿Si habrá sido todo un sueño ? dijo para si la lavanderilla. Quisiera volver al palacio del Príncipe de la China para cerciorarme de que aquellas magnificencias son reales y no soña-. das. Diciendo esto, tiró al suelo la naranja para ver si le mostraba nuevamente el camino ; pero la naranja rodaba un poco, y luego se detenía en cualquiera hoyo ó tropiezo, ó cuando el im-t pulso con que se movía dejaba de ser eficaz. En suma, la naranja hacía lo que hacen de or- dinario, en idénticas circunstancias, todas las naranjas naturales. Su conducta no tenía nada de extraño ni de maravilloso. Despechada entonces la muchacha, partió la naranja y vio que por dentro era como las de- 34 EL PÁJABO VERDE. más. Se la comió, y le supo á lo mismo que cuantas naranjas había comido antes. Ta apenas dudó de que había soñado.-^Nin- gun objeto tengo, añadió, con que convencerme á mí propia de la realidad de lo que he visto ; mas iré á ver á la Princesa y se lo contare todo, por lo que pueda importarle. ■^ V. P^^^9IEKTBA8 aconteciau, en sueño ó en BrOin H ^^l'<^^ ^^^ poco ordisarioB sucesos D^^^D que qnedatt referidos, la Princesa Venturosa, fatigada de tanto llorar, estaba durmiendo tranquilamente, y annqne eran ya las ocho de la mañana, hora en qne todo el mondo solía estar levantado j ánu almorzado en aqnelle época, la Frincesita, sin dar acuerdo de sn persona, seguía en sn cámara. Mny interesante jnzgó, sin dada, sn doncella favorita las nuevas que le traia, cuando se atrevió & despertarla. Entró en su alcoba, abrió la ventana j enclamó con alborozo : 36 EL PÁJARO YERDE. — Señora, señora, despertad y alegraos, que ya hay quien os traiga nuevas del pájaro verde. La Princesa se despertó, serestregó los ojos, se incorporó y dijo : — ¿Han vuelto los siete sabios que fueron al país sabeo ? — Nada de eso, contestó la doncella ; quien trae las nuevas es una de las lavanderillas que lavan los lacrimosos pañuelos de V. A. — Pues hazla entrar al momento. Entró la lavanderilla, que estaba ya detrás de una puerta aguardando este permiso, y em- pezó á referir con gran puntualidad y despejo cuanto le habla pasado. Al oir la aparición del pájaro verde, la Prin- cesa se llenó de jubilo, y al escuchar su salida del agua convertido en hermoso Príncipe, se puso encendida como la grana, una celestial y amorosa sonrisa vagó sobre sus labios, y sus ojos se cerraron blandamente como para re- concentrarse ella en si misma y ver al Principe con los ojos del alma. Por último, al saber la EL PÁJARO VERDE. 37 mucha estima, veneración y afecto que el Prín- cipe le tenía, y el amor y cuidado con que guar- daba las tres prendas robadas en la preciosa cajita de sus entretenimientos, la Princesita, á pesar de su modestia, no pudo contenerse, abrazó y besó á la lavanderilla y á la doncella, é hizo otros extremos no menos disculpables, inocentes y delicados. — Ahora sí, decía, que puedo llamarme pro- piamente la Princesa Venturosa, Este capricho de poseer el pájaro verde no era capricho, era amor. Era, y es un amor, que por oculto y no acostumbrado camino, ha penetrado en mi co- razón. No he visto al Príncipe, y creo que es hermoso. No le he hablado, y presumo que es discreto. No se de los sucesos de su vida, sino que está encantado y que me tiene encantada, y doy por cierto que es valiente, generoso y leal. — Señora, dijo la lavanderilla, yo puedo ase- gurar á V. A. que el Príncipe, si mi visión no es un sueño vano, parece un pino de oro, y 38 EL PÁJARO VERDE. tiene una cara tan bondadosa y dulce que da gloria verla. El secretario no es mal mozo tam- poco ; pero al que yo, no se por que, le he to- mado afición, es al escudero. — Tú te casarás con el escudero, replicó la Princesa. Mi doncella, si gusta, se casará con el secretario, y ambas seréis mandarinas y da- mas de mi corte. Tu sueño no ha sido sueño, sino realidad. El corazón me lo dice. Lo que importa ahora es desencantar á los tres pájaros mancebos. — ¿Y cómo podremos desencantarlos? dijo la doncella favorita. — Yo misma, contestó la Princesa, iré al pa- lacio en qne viven y allí veremos. Tú me guia- rás, lavanderillá. Esta, que no habla terminado su narración la terminó entonces, é hizo ver no podía servir de guia. La Princesa la escuchó con mucha atención, estuvo meditando un rato, y dijo luego á la don- cella. EL PÁJARO VERDE. 39 — Vé á mi biblioteca y tráeme el libro de Los Reyes contemporáneos y el Almanaque astronómico. Venidos que fueron estos Yolümenes, hojeó la Princesa el de Los Beyes, y leyó en alta voz los singuientes renglones : « El mismo dia en que murió el Emperador chinesco, su único hijo, que debia heredarle, desapareció de la corte y de todo el imperio. Sus subditos, creyéndole muerto, han tenido que someterse al Ean de Tartaria. )> — ¿Que deducís de eso, señora? dijo la doncella. — ¿Qué he de deducir, respondió la Princesa Venturosa, sino que el Kan de Tartaria es quien tiene encantado á mi Príncipe para usurparle la corona ? Hé ahí por que aborrezco yo tanto al Príncipe tártaro. Ahora me lo explico todo. — Pero no basta explicarlo; menester es re- mediarlo, dijo la lavandera. — De ello trato — añadió la Princesa — y para ello conviene que al instante se manden hom- bres armados, que inspiren la mayor confianza, á todos los caminos y encrucijadas por donde 40 EL PÁJARO VERDE. puedan venir los correos que envió el Príncipe tártaro al Bey su padre, para consultarle sobre el caso del pájaro verde. Las cartas que trajeren les serán arrebatadas y se me entregarán. Si los mensajeros se resisten, serán muertos; si ceden, serán aprisionados é incomunicados, á fin de que nadie sepa lo que acontece. Ni el Eey mi padre ha de saberlo. Todo lo dispon- dremos entre las tres con el mayor sigilo. Aquí tenéis dinero bastante para comprar el silencio, la fidelidad y la energía de los hombres que han de ejecutar mi proyecto. Y efectivamente, la Princesa, después de ponerse un elegante trape de mañana y de me- teruco precesitos en unas elegantes babuchas, sacó d.e un escaparate dos grandes bolsas llenas de oro, y se las dio á sus confidentas. Éstas partieron sin tardanza á poner en eje- cución lo convenido y la Princesa Venturosa se quedó estudiando profundamente el Almanaque astronómico. VI. DÍCO dias hablan pasado desde el momento en que tuvo lugar la escena anterior. La Princesa no habíallorado en todo ese tiempo, causando no poco asombro y placer al Key su padre. La Princesa había estado hasta jovial y bromista, dando leves esperanzas á los Princi- pes pretendientes de que al fin se decidiría por uno de ellos, porque los pretendientes se las prometen siempre felices. Nadie había sospechado la causa de tan re- pentina mudanza y de tan inesperado alivio en la Princesa. Sólo el Principe tártaro, que era diabólica- mente sagaz, recelaba, aunque de una manera 41 EL PÍJAKO verde. muy vaga, que la Princesa había recibido al- guna noticia del pájaro verde. Tenía, además, el Príncipe tártaro el misterioso presentimiento de una gran desgracia, y había adivinado por el arte mágica, que su padre le enseñara, que en el pájaro verde debía mirar un enemigo. Calcu- lando, además, como sabedor del camino y del tiempo que en el debe emplearse, que aquel dia debían llegar los mensajeros que envió á su pa- dre, y ansioso de saber lo que respondía éste á la éonsulta que le hizo, montó á caballo al ama- necer, y con cuarenta de los suyos, todos bien armados, salió en busca de los mensajeros refe- ridos. Mas aunque el Príncipe tártaro salió con gran secreto la Princesa Venturosa, que tenía espías, y estaba, como vulgarmente se dice, con la barba sobre el hombro, supo al instante su partida, y llamó á consejo á la lavanderilla y á la doncella. Luego que las tuvo presentes, les dijo muy angustiada : EL P-ÍJARO VERDE. 43 — Mi situación es terrible. Tres veces he ido inútilmente á tirar la naranja debajo del árbol, desde donde la tiró la lavanderilla; pero la na- ranja no ha querido guiarme al alcázar de mi amante. Ni le he visto, ni he podido averiguar el modo de desencantarle. Sólo he averiguado, por el Almanaque astronómico, que la noche en que la lavanderilla le vio, era el equinoccio de primavera. Acaso no sea posible volver á verle hasta el próximo equinoccio de la misma esta- ción, y ya para entonces el Príncipe tártaro me le habrá muerto. El Príncipe tártaro le matará en cuanto reciba la carta de su padre, y ya ha salido á buscarla con cuarenta de los suyos. — No os aflijáis hermosa Princesa— dijo la doncella favorita ; — tres partidas de cien hom- bres están esperando á los mensajeros en dife- rentes puntos para arrebatarles la carta y traérosla. Los trescientos son briosos, llevan armas de finísimo temple, y no se dejarán vencer por el Príncipe tártaro á pesar de sus artes mágicas. 44 EL PÁJARO VERDE. — Sin embargo, yo soy de opinión — añadió la lavandera — de que se envíen más hombres contra el Príncipe tártaro. Aunque éste á la verdad sólo lleva cuarenta consigo, todos ellos según se dice, tienen corazas y flechas encanta- das, que á cada uno le hacen valer por diez. El prudente consejo de la lavandera fué adoptado en seguida. La Princesa hizo venir secretamente á su estancia al más bizarro y en- tendido general de su padre. Le contó todo lo que pasaba, le confió sus penas, y le pidió su apoyo. Este se lo otorgó, y reuniendo apresura- damente un numeroso escuadrón de soldados, salió de la capital decidido á morir en la de- manda ó traer á la Princesa la carta del Kan de * Tartaria y al hijo del Kan, vivo ó muerto. Después de la partida del general, la Prin- ceza juzgó conveniente informar al Rey Ventu- roso de cuanto había acontecido. El Eey se puso fuera de sí. Dijo que toda la Jiistoria del pájaro verde era un sueño ridículo de su hija y de la lavandera, y se lamentó de que, fundada su EL PÁJARO VERDE. 45 hija en un &ueño, enviase á tantos asesinos con- tra un Principe ilustre, faltando á las leyes de la hospitalidad, al derecho de gentes y á todo» los preceptos morales. — ¡Ay hija! — exclamaba — tú has echado un sangriento borrón sobre mi claro nombre, si esto no se remedia. La Princesa se acongojó también, y se arre- pintió de lo que había hecho. A pesar de su vehemente amor al Principe de la China, pre- fería ya dejarle eternamente encantado á que por su amor se derramase una sola gota de sangre. Así es que enviaron despachos al general para que no empeñase una batalla ; pero todo fue inútil. El general había ido tan veloz, que no hubo medio de alcanzarle. Entonces aun no había telégrafos, y los despachos no pudieron entregarse. Cuando llegaron los correos donde estaba el general, vieron venir huyendo á todos los soldados del Eey y los imitaron. Los cua- renta de la escolta tártara, qug eran otros tan- 46 EL PÁJARO VERDE. tos genios, corrían en su persecución trasfor- mados en espantosos vestiglos, que .arrojaban fuego por la boca. Sólo el general, cuya bizarría, serenidad y destreza en las armas rayaba en lo sobrehuma- no, permaneció impávido en medio de aquel terror harto disculpable. El general se fué hacia el Principe, único enemigo .no fantástico con quien podía habérselas, y empezó á reñir con él la más brava y descomunal pelea. Pero las armas del Príncipe tártaro estaban encantadas, y el general no 'podía herirle. Conociendo en- tonces que era imposible acabar con él si no recurría á una estratajema, se apartó un buen trecho de su contrario, se desató rápidamente una larga y fuerte faja de seda que le ceñía el talle, hizo con ella, sin ser notado, un lazo escu- rridizo, y revolviendo sobre el Príncipe con inau- dita velocidad, le echó al cuello el lazo, ^ siguió con su caballo á todo correr, haciendo caer al Principe y arrastrándole en la carrera. De esta suerte ahogó el general al Príncipe » EL PÁJARO VERDE. 47 tártaro. No bien murió, los genios desapare- cieron, y los soldados del Rey Venturoso se re- hicieron y reunieron á su jefe. Este esperó con ellos á los enviados que traían la carta del Kan de Tartaria, y que no se hicieron esperar mucho tiempo. Al anochecer de aquel mismo dia volvió á entrar el general en el palacio del Rey Venturoso con la carta del Kan de Tartaria entre las ma- nos. Haciendo un gentil y respetuoso saludo, se la entregó á la Princesa. . Bompió ésta el sello y se puso á leer, pero inútilmente ; no entendió una palabra. • Al Rey Venturoso le sucedió lo mismo. Llamaron á to- dos los empleados en la interpretación de len- guas, que no descifraron tampoco aquella escri- tura. Los individuos de las doce reales acade- mias vinieron luego y no se mostraron más há- biles. Los siete sabios, tan profundos en lingüis- tica, que acababan de llegar sin el ave fénix, y que por ende estaban condenados á morir, . acu- 48 EL PÁJARO VERDE. dieron también ; mas, aunque se les prometió el perdón si leían aquella carta, no acertaron á leerla, ni pudieron decir en que lengua estaba escrita. El Rey Venturoso se creyó entonces el más desventurado de todos los reyes, se lamentó de haber sido cómplice en un crimen inútil, y te- mió la venganza del poderoso Kan de Tartaria. Aquella noche no pudo pegar los ojos hasta muy tarde. Su dolor fué, con todo, mucho más desespe- rado, cuando al despertarse al otro dia muy de mañana, supo que la Princesa había desapare- cido, dejándole escritas las siguientes palabras : « Padre, ni me busques, ni pretendas averi- guar adonde voy, si no quieres verme muerta. Bástete saber que vivo y que estoy bien de sa- lud, aunque no volverás á verme hasta que tenga descifrada la carta misteriosa del Kan y desencantado á mi querido Príncipe. Adiós. » VIL A Princesa Venturosa había ido con SUS dos amigas á pié, y en romería, á visitar á un santo ermitaño que vivía en las soledades y asperezas de unas montañas altísimas que á corta distancia de la capital se parecían. Aunque la Princesa y sus amigas hubiesen querido ir caballeras hasta la ermita, no hu- biera sido posible. El camino era más propio de cabras que de camellos, elefantes, caballos, mulos y asnos, que, con perdón sea dicho, eran los cuadrúpedos en que se solía cabalgar en aquel reino. Por esto y por devoción fué la Princesa á pie y sin otra comitiva que sus dos confidentas. 49 60 EL PÁJARO TEBDK El ermitaño que iban á visitar era im varón muy peuitente y estaba en olor de santidad. El vulgo pretendía también que el ermitaño era inmortal, y no dejaba de tener razonables fun- damentos para esta pretensión. En toda la co- marca no había memoria de cuándo fué el er- taiitaño á establecerse en lo recóndito de aquella sierra, en la cual raras veces se dejaba ver de ojos humanos. La Princesa y sus amigas, atrsddas por la fama de su virtud y de su ciencia, anduvieron buscándole siete días por aquellos vericuetos y andurriales. Durante el dia caminaban en su busca entre breñas y malezas. Por la noche se guarecían en las concavidades de los peñascos. Nadie había que las guiase, así por lo fragoso del sitio, ni de los cabrerizos frecuentado, como por el temor que inspiraba la maldición del er- mitaño, pronto á echarla á quien invadía su dominio temporal, ó á quien le perturbaba en sus oraciones. Ya se entiende que este ermitaño, tan maldiciente, era pagano. A pesar de la na- EL PÍJARO VERDE. 51 tural bondad de su alma, su religión sombría y terrible le obligaba á maldecir y á lanzar ana- temas. Pero las tres amigas, imaginando, cemo por inspiración, que sólo el ermitaño podía desci- frarles la carta, se decidieron á arrostrar sus maldiciones y le buscaron, según queda dicho, por espacio de siete dias. En la noche del séptimo iban ya las tres pe regrinas á guarecerse, en una caverna para re- posar, cuando descubrieron al ermitaño mismo, orando en el fondo. Una lámpara iluminaba con luz incierta y melancólica aquel misterioso retiro. Las tres tremblaron de ser maldecidas, y casi se arrepintieron de haber ido hasta allí. Pero el ermitaño, cnya barba era más blanca qne la nieve, cuya piel estaba más arrugada que una pasa, y cuyo cuerpo se asemejaba á un con- sunto esqueleto, echó sobre ellas una mirada penetrante con unos ojos, aunque hundidos, relucientes como dos ascuas, y dijo con voz en» tera, alegre y suave. 52 EL píjabo yebde. — Gracias al cielo que al fin estáis aquí. Cien años há que os espero. Deseaba la muerte, y no podía morir hasta cumplir con vosotras un de- ber que me ha impuesto el rey de los genios. To soy el único sabio que habla aún y entiende la lengua riquísima que se hablaba en Babel antes de la confusión. Cada palabra de esta lengua es un conjuro eficaz que fuerza y mueve á las potestades infernales á servir á quien la pronuncia. Las palabras de esta lengua tienen la virtud de atar y desatar todos- los lazos y leyes que unen y gobiernan las cosas naturales. La cabala no es sino un remedo groserisimo de esta lengua incomunicable y fecunda. Dialectos pobrísimos é imperfectisimos de ella son los más hermosos y completos idiomas del dia. La ciencia de ahora, mentira y charlatanería, en comparación de la ciencia que aquella lengua llevaba en si misma. Cada nombre de esta len- gua contiene en sus letras la esencia de la cosa nombrada y sus ocultas cualidades. Las cosas todas, al oirse llamar por su verdadero nombre. EL PÁJAKO VEBDE. 53 obedecen á quien las llama. Era tal el poder del linaje humano cuando poseía esta lengua, que pretendió escalar el cielo, y lo hubiera in- dudablemente conseguido, si el cielo no hubiese dispuesto que la lengua primitiva se olvidase. Sólo tres sabios bien intencionados, de los cuales han muerto ya dos, guardaron en la me- moria aquel idioma. Le guardaron asimismo, por especial privilegio de los diablos, Nembrot y sus descendientes. El último de estos murió una semana há, por disposición tuya, ¡oh Prin-' cesa Venturosa / y ya no queda en el mundo sino una sola persona que pueda descifrarte la carta del Kan de Tartaria. Esa persona soy yo; y para hacerte ese servicio, el rey de los genios ha conservado siglos mi vida. — Pues aquí tienes la carta, ¡oh venerable y profundo sabio I dijo la Princesa, poniendo en manos del ermitaño el misterioso escrito. — Al punto voy á descifrártela, contestó el ermitaño, y se caló los espejuelos, y se acercó á la lámpara para leer. Más de dos horas estuvo 54 EL PAJARO VEBDE. leyendo en alta voz en la lengna en que la carta estaba escrita. A cada palabra que pronun- ciaba, el universo se conmovia, las estrellas se cubrían de mortal palidez, la luna temblaba en el cielo, como tiembla su imagen entre las olas del Océano, y la Princesa y sus amigas tenían que cerrar los ojos y que taparse les oidos para no ver los espectros que se mostraban, y para no oir las voces portentosas, terribles ó dolien- tes, que partían de las entrañas mismas de la conturbada naturaleza. Acabada la lectura, se quitó el ermitaño los espejuelos, y dijo con voz reposada : — No es justo, ni conveniente, ni posible ¡oh Princesa Venturosa ! que sepas todo lo que en esta abominable carta se encierra. No es justo ni conveniente, porque hay en ella tremebundos y endemoniados misterios. No es posible, por- que en cuantas lenguas humanas se hablan en el dia son estos misterios inefables, inenarrables y hasta inexplicables. El linaje humano por medio de su incompleta y enfermiza razón EL píjabo yebde. 56 llegará á conocer, cuando pasen millares de años, algunos accidentes de las cosas; pero siempre ignorará la sustancia que yo conozco, que conoce el Kan de Tartaria y que han co- nocido los sabios primitivos que se valieron, para sus elocvhracioneSy de esta lengua perfec- tísima é intransmisible ya por nuestros pe- cados. — Pues estamos frescas, dijo la lavanderilla; si después de lo que hemos pasado para encon- traros, y siendo vos el único que podéis tradu- cir esa enmarañada carta, salís ahora con que no queréis traducirla. — Ni quiero ni debo, replicó el vetusto y se- cular ermitaño ; pero sí os diré lo que la carta contiene de interesante para vosotras, y os lo diré en brevísimas palabras, sin pararme en dibujos, porque los momentos de mi vida están contados y mi muerte se acerca. El Príncipe de la China es por sus virtudes,, talento y hermosura, el favorito del rey de loa genios, el cual le ha salvado mil veces de las; 56 EL PÁJABO YEBDE. asechanzas qne el Kan de Tartaria ponía con- tra su vida. Viendo el Kan qne le era imposible matarle, determinó valerse de un encanto para tenerle lejos de sus subditos y reinar en lugar suyo en el celeste imperio. Bien hubiera que- rido el Kan que este encanto fuera indestructi- ble y eterno, mas no pudo lograrlo á pesar de sus maravillosos conocimientos en la magia. El rey de los genios se opuso á su mal deseo, y si bien no pudo hacer completamente ineficaces sus encantamentos y conjuros, supo despojarlos de gran parte de su malicia. Al Príncipe, aunque convertido en pájaro, se le dio facultad para recobrar por la noche su verdadera figura. Tuvo también el Príncipe un palacio, donde vivir y ser tratado con todo el miramiento, honores y regalo debidos á su au- gusta categoría. Se acordó, por último, su desencanto, si se cumplían las siguientes condi- ciones, que por lo extrañas, absurdas é impo- sibles el Kan, juzgó que nunca se cumplirían. Fue la primera condición, ya cumplida, que EL PÁJABO VERDE. 57 una mujer de veinte años, discreta, briosa y apasionada y de la más baja clase del pueblo, viese á los tres mancebos encantados^ que son los más hermosos que hay en el mundo, salir del baño, y que la limpieza de su alma fuese tal que no se turbase ni empañase con la más ligera sombra de vergüenza. Esta prueba había de hacerse en el equinoccio de primavera, cuando la naturaleza toda convida al amor. La joven debía sentirle por uno de ellos vivamente ; pero de un modo espiritual y dulcísimo. Fue la segunda condición, ya cumplida tam- bién, que el Príncipe sin poder mostrarse sino tres instantes, y esto bajo la forma de pájaro verde, inspirase un amor tan vehemente y casto, cuanto invencible á una Princesa de su clase. La tercera condición, que ahora se está aca- bando de cumplir, fué que la Princesa se apo- derase de esta carta, y que yo la interpretara. La cuarta y última condición, en cuyo cum- plimiento habéis de intervenir las tres doñee- 58 EL PÁJARO VERDE. Has que me estáis oyendo, es como sigue. Sólo me q[úedan dos minutos de vida, mas antes de morir os pondré en el palacio del Príncipe al lado de ]a taza de topacio. Allí irán los pájaros y se zambullirán y se transformaran en hermo- sísimos mancebos. Vosotras treá los veréis; mas habéis de conservar, viendolo*s, toda vuestra calma y toda la virginidad de vuestras almas,^ amando, empero, cada una á uno de los tres, con un amor santo é inocente. La Princesa ama ya al Príncipe de la Chinay lalavanderilla^ al escudero, y ambas han mostrado la inocencia de su amor : ahora falta que la doncella favorita de la Princesa se enamore del secretario por idéntico estilo. Cuando los tres mancebos en- cantados vayan al comedor, los seguiréis sin ser vistas, y allí permaneceréis hasta que el Principe pida la cajita de sus entretenimientos y diga, besando el cordoncito : ¡Ay, cordoncito de mi señora / ¡Quién la viera ahora I La Princesa, entonces, y vosotras con la EL PÁJARO VERDE. 59' Princesa, os mostrareis al punto, y cada una dará un tierno beso en la mejilla izquierda al objeto de su amor. El encanto quedará des- hecho en el acto, el Kan de Tartaria morirá de repente, y el Pr ncipe de la China, no sólo po- seerá el celeste imperio, sino que heredará asimismo todos los kanatos, reinos y provin. cias, que por derecho propio posee aquel en- cantador endiablado. Apenas el ermitaño acabó de decir estas pa- labras, hizo una mueca muy rara, entreabrió la boca, estiró las piernas y se quedó muerto. La Princesa y sus amigas se encontraron de súbito detras de una masa de verdura, al lado de la taza de topacio. Todo se cumplió como el ermitaño había dicho. Las tres estaban enamoradas ; las tres eran castísimas e inocentes. En el punto de dar el regalado y apretado beso sintieron tan sólo una profunda commoción toda mística y pura. Así es que immediatamente quedaron dos- ^ 60 EL PÁJARO VERDE. encantados los tres mancebos. La China y la Tartaria fueron dichosas bajo el cetro del Prín- cipe. La Princesa y sus amigas lo fueron más aún casadas con aquellos hombres tan lindos. El Rey Venturoso abdicó, y se fue á vivir á la <3orte de su yerno, que estaba en Pekin*- El. ge- neral que mató al Principe Tártaro obtuvo to- das las condecoraciones de China, el título de primer mandarín y una pensión de miles de miles para él y sus herederos. Se cuenta, por último, que la Princesa Ventu- rosa y el ya Emperador de China vivieron lar- gos y felices años, y tuvieron media docena de chiquillos á cual más hermosos. La lavanderilla y la doncella, con sus respectivos maridos, si- guieron siempre gozando del favor de Sus Ma- jestades, y siendo los señores más principales de toda aquella tierra. •nr ^^'- '"\ *■-'*•; NOTKS. Fage. Llne. 3.-^ 1." Pájaro. Bird. 2. Hubo, There was. Third person singular^ past defínite of the impersonal verb ** there tobe."" 3. Vivimqa, We Uve. Infinitive ** Vivir." 4. Amado con extremo. Greatly beloved. 5. Dilatado, Vast, extensiva. 8. Daba. He gave. Infinitive " dar." 9. Entonces. Then, at that epoch. 10. Ejercito. Army, Agv£rrido. Warlike, brave, experienced. 11. Naves, Vessels, ships. Bec(yrrian, Cruised, sailed over, imperf ect, 3d person plural, inf. ** Recorrer." 12. Solia. He was in the habit of, inf. ** Soler." Cazar, To hunt. 4. — 1. Holgarse, To enjoy himself or oneself . 2. Frondosidad, Luxuriance. Copia. Abiindance, copiousness. Alimañas. An expression embracing all in- jurious, mischievous and harmful animáis. ^2 NOTES. Page. Llne. 4. — 3. Aves, Birds, in general. Se alimentaban. Were fed or nourished. Imp. 3d person plural, reflexivo verb *' Alimen- tarse." 4. Diremos, What shall we say. Future of the irregular verb " Decir." 8. Vajillas, Table sets. Era, Was. Imperfect of auxiliar j verb "Ser.'i 9. Enanos. Dwarfs. 10. Solaz, Pleasure, recreation. 11. Cocineros y reposteros. Cooks and Butlers. 15. Dar pasto, Literally **to give pasture,** to f eed, tb nourish. 17. Ardíms. Diñicult. Derecho. Law. 18. Aguzaban. Sharpened. Inf, ** Aguzar.** Ingenio. Intelligence, wits. 20. Epopeyas, Epic poems. 22. El venturoso. The lucky or the happy Prince. Todo iba de bien en m^'or. Everything was going on smoothly or happily. 5. — 1. Un tejido de felicidades, cuya brillantez empa- ñaba solamente con negra sombra de dolor la temprana muerte de la señora Reina, A web of happiness — unbroken pleasure. Whose brightness only the early death of the Queen had dimmed with a dark shade of sorrow, 3. Temprana, Early. NOTES. 63 Pa?e. Llne. 8. Acendrado cariño. Profound love. 10. Cuentan. Relate or nárrate. Irreg. verb ** Contar. Que ya llevaba el Rey. That the King had already been. 11. Sin lograr. Without attaining or succeeding in having. 18. Ocuirrieron unas ffuerras. A war was begun against. 15. Se despidió, Took leave, Past def. irreg. verb * * despedir. * ' \ 18. No tuvo limites. Knew no bounds. 19. Le salé bien. Favors. Happens according to the wish. 22. Que le habían hecho. Who had played hipoi. Mala pasada. Mean trick. 6. — 1. Asoló. Devastated. Hizo. Made, took. Past def. of irreg. verb *• Hacer.** 2. Botín. Booty, prey. 7. Repiqueteo, The ringing or chiming of bells. 8. Supo, Past def. of irreg. verb ** Saber." He leamed. 11. ¡Que gusto tan pasmoso no tendría su Ma- gestad. How wonderfuUy pleased was His Majesty, 19. Estrechó. Clasped her tightly. Inf. *• Es- trechar." h 64 NOTES. Page- Line. 6. — 22. Sin más ni menos. Without more ado, Heed- lessly. 7, — 1. Entonces fueron los gritos, How he críed, thenl 2. Llamarse á si propio, To cali himself. (**A si propio" issynonimous with se, but this • repetition adds greatly to the vigor of the phrase. 4. Más no por esto resucitó la Reina, But in spite of all this the Queen did not retum to life. 6. Se diría que, One might say that. 7. Por ellos, Through them. 14. Eu vida de ella, During her life. 15. Hizo voto de. He made or took vows of . 16. Mandó componer á los poetas. He gave the poets order to compose. 18. Se tiene, Is held, esteemed. 20. Estuvo Was. Past definite, verb * * Estar. ' ' De luto, In mouming. Qiie se levantó. That was erected. 22. Un mezquino remedo, A poor copy. 8. — 1. Segün dice el refrán. As says the pro verb. No hay mal qv^e dure cien años. (A pro verb.) No misfortune will last a hundred ycars. 3. Se creyó. He believed himself. Irreg. verb ** Creer." 6. PrHicesita, Little Princess. The termination **ito" and "ita" form the diminutive. i NOTES. 65 Page. Line. 8. — 7. Que era un contento, In a prodigious manner. 9. Buen trato, Good breeding — kindess of man- ner. 10. De cuantos. Oí all who. 11. La oían, Listened to her. Inf. ** oir." 12. Luego. Afterwards, later on, 13 Correos de gabinete, Royal Messengers. Caballeros en sendas cebras de posta, Mounted on strong and swif t zebras. 14. Á la vez. At the same time. 16. Otras tantas. As many other. 18. Al que más le gustarse, The one she liked best. 21, De suerte que. So that. 9. — 1. No había. There was not. Por ruin y para poco que fuese. No matter how mean and cowardly he might be. 5. Cada cuál. Each and every one. 7. Al frente, At the head. 8. Se ponía en camino, Started on the róad. 9. Era de ver, It was worth seemg. Iban llegando, Were arriving. 11. Saraos. Feasts. 20, Á pesar, In spite. 10. — 2. Se le importaba un ardite. Had the best re- gard. 10. Arrinconados en un zaquizamí, Laid asiáe in a garret. 66 NOTES. Page. Line. 10. — 16. Adolecía de, Was endowed. 17. Barba saliente, Pointed chin. 18. Crespo y enmarañado. Crispy and disheveled. Rechoncho, Fat. 20. Mofador, Mocker, scorner. Ni, Not even. Ni las personas mas inofensivas estaban libres i de sus burlaSy siendo principal blanco de ellas el Ministro de Negocios extranjeros del Rey Venturoso, cuya gravedad, entono y cortas luces, así como lo detestablemente que hablaba el Sánscrito, lengua diplo- mática de entonces, se prestaban algo ai escarnio y á los chistes. Even the most harmless persons were not free from his jokes, the chief butt for them being the Rey Venturoso's Mmister of Foreign Affairs, whose heaviness, príde and líttle sense, as well as the horrible way he spoke Sanscrit, the diplomatic language of the time, rather invited ridicule and jests. 11. — 10. No axtábaba de decidirse, Would not reach a decisión. 11. Eire que erre, Stubbom. En no hacer caso. In not taking notice. 12. Sus pullas, Her sharp retorts. 14. Con usura. With interest. 12. — 1. Aconteció, pues, It so happened. 6. Que daba, Overlooking. NOTES. 67 Page. Llne. 12. — 11. Esta tenia ya entre sws manos, The latter was r.lready holding in her hands. 12. Se disponía á enlazar, She was about to-tie. 13. Ama, Mistress. A deshora, Untímely. 13.— 1. Dejó absortas, Amazed. 3. Lanzándose, Rushing. 11. Tejía una danza. Was weaving a dance. 13. Embelesados. Ravished. Transported. 14. De pronto, Suddenly. Que se le había desabrochado, Had become loóse or unfastened. 19. S. A. The usual abbreviation of "Su Alteza". Her Highness. 21. Oyó, Sheheard. Irreg. verb **oir." 22, Vio, Saw. Inf. "ver." 14. — 1. Ebúrneo. Ivory-like— of dazzling whiteness. 2. Aljyunto, Atonce — instantly. Dio un grito. Uttered a cry. 3. Cayó. Fell. Inf. *'caer." 5. Volvió en sí. Recovered consciousness. Que me le traigan mvo. Let it be brought to me alive. 9. Mas en balde, But in vain— to no purpose. 11. De que no se pensase en matar, To be sure not to kill. 12. Se soltaron contra él. They sent after him. 68 NOTES. Page. Line. 14. — 13. Hasta águilas caudales, Even red-tailed eagles. 14. Cetrería, Falconry. 19. No valían para nada. Were good f or nothing. 21. Se alzó del lecho. Rose — got up. 22. Ropas de levantar. Moming dress. 15. — 1. Ojerosa. With blue circles under the eyes (heavy eyed). 5. Se puso á llorar. Began to cry. 6. ¿De que me sirven ? Oí what use are to me. 8. Si no te tengo á tí, If I have not thee. 12. Con esto. After this. 14. Guardapelo. Locket. 16. Acudió mas rápido que nunca. Carne qiücker than ever. 21. Remordando el vu£lo . Flying skywards. 16. — 1. Antes bien. On the contrary. 3é Mírame los labios. Look at my lips. 4. Porque me arden. Because they feel as if burnt. 8. No volvió á aparecer en adelante. Did not ap- pear again. 9. Desmejorándose. Declining — decaying in health. 11. Casi no hablaba simo para decir. Aknost all she said was. 14. Estaban de acuerdo. Agreed. NOTES. 69 PaSe. Line. 16. — 19. A quien le trajera, To hlm who might brÍDg it. 21. A fin de que averiguasen. For the purpose of fínding out. So pena, On pain. 17. — 7. Al cabo, Finally. 9. Hiriendo el polvo ^ Striking the ground. 10. Haz (inf, hacer) que nos ahorquen. Order us to be hang. 13. Si será acaso. If it may perhaps be. 18. Saldrán {inf. salir) siete de vosotros, Seven of you will start. 22. Habéis de traérmele. You are bound to bring it to me. 18. — 1. Aunque tratéis de evitarla escondiéndoos. Even if you'try to avoid it by hiding. 4i En efecto. Accordingly. 5.' De los más versados. The most proficient. 6. Sobre lo cual. About which. 12. En el ínterin. In the meanwhile. Seguía {inf. seguir) muy mal de salud. "Was in very poor health. 14. Empapaba en ellas. Soaked in them. 17. Ni. Not even, 18. Como ahora se usa. As we use now. No hadan más que. Did nothing else. 19. — 2. Valiéndonos de. Making use of. Á la moda. Fashionable, 70 NOTES. Page. Line. 19. — 3. Pollita (literally, small pullet) muy simpática* Nice looking lass. 4. Al anochecer, At nightfall. 7. Se sintió algo cansada, Felt somewhat tired. 9. Y ya iba á mondarla. And she was about to peel it. 10. Empezó á rodar por aquella cuesta abajo, Began to roll down hill. 13. Mientras más corria, The more she ran. 14. Sin que famas se parase, Without ever stop- ping. 20. — 1. Llegase á alcanzarla, Succeeding in over- taking it. 2. Si bien, Although. 5. No era del todo, Was not altogether. La pobre, The poor girl, 6. íSie detenía á veces, Stopped at times. 7. De su empeño, From her purpose. 8. Como si ya hubiese. As if it had already. 9. A que de nu>evo la cogiese, To pick it up again. 11. Se le deslizaba otra vez. Slipped from her again. 14. Qu£ se hallaba, She f oiind herself . 16. Se le venia encima, Was creeping on her. Como boca de lobo (familiar). Dark as pitch. 20. Dar con. To find again, to hit on. NOTES. Page, Line. 20. — 21. A la ventura, At random. 21. — 3. Enderezó 8U8 pasos. Directcd her steps. 5. A poco trecho. At short distance. 7. ün ascua de oro, A mass of glittering gold» 13. Co^*ta. Timid. 15. Traspasó los umbrales. Crossed the threshold. 18. Que imaginarse pueden, That one could imagine. 22. — 1. Espantar, To astonish, 2. No ya á la lavanderilla. Not only the little lauudress. 9. A su sabor. At her leisure. 1 0. Se fué 'poco á poco, Went little by little. 12. De esta suerte. In this manner, 15. No obstante, Nevertheless. 17. Al fuego. On the fire. 21. Desosada, Boned. 22. En resolución, In short, in a word. 23. — 3. Al lado de los cubiles, By the side of which. 5. Potaje de Judias. Bean porridge. 6. Gazpacho, Cucnmber Salad. 8. Se lanzó (inf . lanzarse). Threw herself upon. 10. Mas apenas hubo llegado á ella, But she had scarcely reached it, 11. Al parecer. Seemingly. 13. Tan de cerca. So near. 72 NOTES. Page. Liue. 23.— 15. Tate. Stop. 16. Truchas salmonadas. Salmón trout. 18. Que le dejarían córner^ "Which she would be allowed to eat. 22. Tentó (ínf. tentar), Tried. 24. — 2. Lo propio. The same. 5. Volvió luego, She, then, began again. 9. Amortecidas, Sof tened. 17. A henderse, To lie down. 21. No hay que decir, It is needless to say. 25. — 1. Como á no comer se había ya resignado, In. the same manner as she had given up eating. 2. Se puso, She began. 8. Embutidos de vficar, Inlaid with mother of pearl. 10. Escalera de caracol. Winding stair. 16. Surtidor. Water jet. * * Puerta del Sol. * * (Gate of the Smi). Thís is the ñame given to the main Square of Madrid. 20. En sí misma, In itself . 21. Como ya calculará el lector. As the reader may imagine. 26.-2. Tenía algo de. Had something in it. 4. Se diría, One might say. 12. A fin de no, In order not. NOTES. 73 Paire. Line. 2t). — 18. Al que era causa. He who was the causf . Según todo el mundo, According to wliat everybody. 21. Ni con mucho, By great odds. 22. Tampoco carecían, Neither were they want- ing. 27. — 1. Se abatieron sobre, Alighted upon. 4. A poco rato, In a little while. 7. Estatuas peregrinas, Wonderful statues. 8. Que en honor de la verdad, In truth. 9. Qu>e de ver á, That accustomed to see. 11. Hasta donde era capaz de elevarse, To what height could attain. 14. Los siguió mirando, Went on looking at them. 28. — 2. Quedó deslumhrada, Was dazzled. 6. En seguida. Immediately. 9. Sumisa, Low, subdued. Les hizo salva, Greeted them. 11. Iban trayendo, Brought. 21. Escudero, Cup or shield-bearer. Squire. 29.— 1. Por la noche, At night. 2. Ser natural. Natural state. 4. Asimismo, As well. 6. Familiares, Attendants. Le rogaban que comiese, Begged of him to eat. 74 líOTES. Page, Line. 29. — 8. De lo niás hondo, From the depth. 30.— 1. Refieren las crónicaa, It is related by the* chronicles. 3. Poco alegre, By no means joyful. 4. Volviendo en «i como de un sueño, Awaking as from a dream. 10. De aUí á poco, In a little while. 11. Aquella en qu^, The one in which. 13. Chxipucera, Clumsy, 14. Turrón de Jijona, (Jijona is a town in Spain.)- Jijona paste packed in cheap boxes. 31. — 4. MetiO luego. He then put. 9. ¡Quien la viera, That I might see her. 10. De nu£vo, Again 16. Si mucho había besado, Although he had kissed very niuch. 18. Y hxista las piedras. And even stones. 32. — 1. Apoco, Shortly. 3. Viéndose. Finding herself . 6. Los generosos y chispeantes vinos, The rich and sparklíng wines. 10. Se acercó tanto, Went so near. 11. Qiie vino á ponerse, She carne to stand. 14. Oprimiéndola, Pressing her down. 12. Hacían mxiyor aun, Made still greater, 83. — 1. Era muy de día, The day was far advanced» 3. Donde había querido, Where she had chosen. NOTES. 75 Page. Line. 33. — 7. Si habrá sido todo? Can it all have been. 7. Dijo para si, Said to herself . 13. Si le mostraba, If it pointed out. 15. Cíialquiera hoyo ó tropiezo, Any hole or ob- struction. 16. Dejaba de ser eficaz, Lost its forcé. 22. Las demáfi. All the others. 34. — í. Le supo, Tasted to her. 3. Ningún objeto tengo, I have no article. 7. Por lo que pueda importarle, For what it may be worth to her. 85. — 1. Mientras acontecían, While they were hap- pening. 3. Qwe quedan referidos, Already related. 7. Solía estar, Usually was. 8. Sin dar axmerdo de su persona, Very quietly, 9. Seguía, Remained. 12, Que le traía (inf . traer), That she was bring- ing her. 36. — 1. Qu£ ya hay quien os traiga, That now some one brings you. 9. V, A. {Vuestra Alteza, a title). Your High- ness. 10. Pues hazla, Then, make her, or have her. 14. Cuanto le había pasado, All that had hap- pened to her. 15. Al oir, In hearing. 76 NOTES. Page. Line. SQ. — 17. Se pu80 encendida como la grana. Blushed very deeply; her face became crimson. 37,— 3. Prendas robadas, Stolen articles. 7. Hizo otros extremos, Made other demonstra- tions of joy. 9. Ahora sí. It is now, 17. QiJi£ me tiene encantada. That he has charm- ed me. 18. lí doy por cierto. And I take f or granted. SS.— 1. Que da gloria verla. That gives happiness to see. 2. No es mal mozo. Is not bad looking. 3. Al que yo... le he tomxxdo afición. The one I have grown f ond of . 6. Si gusta. If she likes. 10. Pájaros mancebos. Bird bodied yomig man, 15. Allí veremos. There we will see, 18, Hizo ver. Made it apparent. 89.— 1. Vé. Go. 3. Venidos que fueron. Once brought f orth. 12. Qué he de deducir. What can I infer. 15. Hé ahí. That is why. 17. No hasta. It is not sufficient. 19, De ello trato. That is what I propose to do. 20, Que al instante se manden. To send imme- diately. 22. Encrucijadas. Cross roads. T NOTES. 77 Page. Line, 40. — 4, Les serán arrebatadas, Will be taken from them. 7. Sepa (inf . saber), May know. 9. Con el mayor sigilo, With the greatest se- crecy. 15. Babuchas, Moorish slippers. 17. Se las di6, Gave them. 19. Lo convenido. What had been decided. 41. — 6. Hasta jovial y bromista, Even cheerful and meny. d. Se las prometen siempre felices, They hope always f or the better. 15. Recelaba. Suspected. 42. — 5. Que 8U padre le enseñara, That hisfatherhad taught him. ' 8. Que en él debe emplearse, That must be spent in traversing it. 10. Lo que respondía éste, What he answered. 12. En busca, To meet. 13. Con la barba sobre el hombro (a saying). On the alert. 21. Luego que las tuvo presentes. Once in her presence. 43.— 5. Ni le he visto, Neither have I seen him. 9, Volver á verle, See him again. 11. Ya para entonces, By that time. * 15. No 08 aflijáis. Be not cast down. 78 NOTES. Page. Liae. 43.— 20. No se dejarán vencer. Will not allow them- selves to be defeated. 44. — 2, De gue se envíen, To send. 6. QiLe á cada uno le hacen valer por diez, Which make every one be a match f or ten. 11. Le pidió su apoyo, Asked him for his help. 14. En la demanda, In the undertaking. 19. Sepu8ofv£ra de sí, Was beside himseif with rage. 45. — 2. Faltando, Breaking. 3. Derecho de gentes, National law. 8. Se acongojó, Was dismayed. 11. A que por su amor se derramare, Than that for her love should he shed. 15. No empeñase, Not to engage. 10. Entregarse, To be delivered. 20. Venir huyendo, Retreating. 22. Otros tantos. As many other. 46. — 2. Arrojaban fuego, Darting flames. 5. Rayaba. Approached. 8, Con quien podía habérselas, With whom he would fight. 10. Descomunal pelea, Monstruous contest. 13. No recurría á una estratajema. He had not resorted to a trick, 14. Un buen trecho, Some distance. 16. Faja de seda, Silk scarf or waistband. NOTES. 79 Page. Llne. 46. — 16. Ceñía el talle, Circled his waist. 17. Un lazo escurridizo, A slip knot. 20. Á todo correr, At f uU speed. 22. De esta suerte, In this manner. 47. — 1. No bien murió. As soon as he was dead. 2. Se rehicieron (inf . rehacerse), Rallied. 5. No se hicieron esperar mucho tiempo, Did not make them wait very long. 7. Volvió á entrar, Retumed. 18. No se mostraron, Did not show themselves. 21. Que acababan de llegar, Who had just ar- rived. 22. Por ende, Consequently. 22. Acudieron, Carne forth. 48. — 2. No acertaron, Could not. 9. Pegar los ojos. To go to sleep. 11. Con todo, Nevertheless. 12. Muy de mañana, Very early in the moming. 15. Ni me busques. Neither look f or me. 17. Bástete saber. Be it enough for you to know. 18. No volverás á verme, You will not see me again. 49. — 2. En romería, On a pilgrimage. G. Se parecían, Were visible. 8. Caballeras. On horseback. 9. Más propio, Better fitted. 11, Asnos, Asses, donkeys. 80 NOTES. Page. Line. 49.-12, En que se solía cabalgar. Usually rídden. 1 3. Fué (past def . verb * * ir "). Went. 50. — 1. Varón muy penitente, Very virtuous man. 2. Estaba en olor de santidad» Was considered a saint. 4. No dejaba de tener. And really had. 7. En lo recóndito. In the séclusion. 8. Se dejaba ver, Allowed himself to be seen. 11. Anduvieron (inf . andar) buscándole, Wande- • red in his search. 12. Vericuetos y andurriales, Wild and lonely places. 14. Breñar y malezas. Brambles and bríers. 14. Se guarecían, Took shelter. 16. Asi por lo fragoso, By reason of the cragged- ^ness. 17. Cabrerizos, Shepherds. I 19. Pronto á echarla, Ready to hurí it at. ! 21. Ya se entiende: Let it be understood. |. 51,-6. Arrostrar, To face, i 7. Según queda dicho. As has been stated. 9. Iban ya las tres peregrinas. The three wande- rers were already going. 12. En el fondo. In the rear. 19. Pasa, Raisin. 19. Consunto, Consumptive. 21. Aunque hundidos, Although sunken. NOTES. 81 Page. Line, 52. — 1. Cien años há. It is a hundred years since. 8. Cor juro eficaz. Powerful charm. 9, Á quien la pronuncia. Him who pronoun- ces it, 13. La cabala, Secret science of the Hebrew rabbins. 16. La ciencia de ahora. The science of today. 19. Llevaba en sí misma. Carried in itself. 22. Al oirse llamar, In hearing themselves called. 53. — 1. Era tal. Such was. 3. Y lo hubiera iridudablemetite conseguido. And it would undoubtedly ha ve been success- ful. 5. Se olvidase, Should be forgotten. 11. Por disposición iuya. By your order or com- mand. 17. Pues aqui tienes la carta. Here is the letter, then. 20. Al punto voy. I will at once. 21. Se caló los esp^'u^los. Fixed his spectacles on his nose. 54. — 3. Se conmovia. Trembled, shook. 10. Partían. Carne forth (inf . partir), 10, Entrañas mismas. Very bowels. 12. Se quitó. Removed. 16. Se encierra. Is contained. 19. Se hablan en el día, Spoken now-a-days. 82 NOTES. Page. Line. 54, — 31. El linaje humano, The human race. 55. — 5. Que se valieron Who made use 7. Por nuestros pecados, On account of our 8ins. 9. Pues estamos frescas, We are fooled, then, 10. De lo que hemos pasado, All we ha ve suf- fered. 12, Enmarañada, Puzzling 12. Salís ahora con que, You say now. 15, Sí os diré, will tell you 17. Sin pararme en dibujos, Without stooping to details. 56. — 1. Asechanzas. Plot s, 4. En lugar suyo, In his place. 5. Bien hubiera querido, It would have pleased. 10. Ineficaces, Useless. 11. Supo despojarlos. He knew how to rob them, 18. Se acardo. They resolved upon, 57. — 5. Fuese tal qu£ no se turbase ni empañase, Were such as not to be disturbed or tarnished. 16. Cuanto invencible. As well as unconque- rable. 18. Que ahora se está acabando de cumplir, Which is being f ul^illed now. 19 Se apoderase, Should get possession. 58.— 1. Que me estáis oyendo. Who are hearing mo. 1. Como sigue. As follows.